Frecuentemente escuchamos a trabajadores quejarse de sus dolencias de cuello, hombros y brazos. La mayoría de ellos, entre un 85 y un 90%, sienten dolor en su lado derecho, debido a que la mayor parte de la población es diestra.
También es común escuchar que no entienden porque poseen esos dolores, ya que han estado sentados sin realizar ningún tipo de “esfuerzo” y además han tomado las medidas de prevención pertinentes, medidas tan eficaces como colocar el monitor del ordenador sobre una caja para regular su altura o colocar un almohadón sobre el asiento de la silla o contra el respaldo de esta.
Lo cierto es que esas medidas pueden llegar a ser útiles durante un periodo corto de tiempo, siempre y cuando quien las adopte entienda el motivo que lo lleva a tomar esas medidas.
Lo primero que buscamos al sentarnos es el confort para desempeñar nuestra tarea, por eso mismo cuando comenzamos a sentir molestias cambiamos de posición, para continuar sintiendo dicho confort. Pero, ¡ATENCION! No sentir molestias o dolores, no significa que estemos sentados en una posición correcta. Simplemente puede suceder que esa postura en la que estemos sentados no nos provoque molestias durante un tiempo, hasta el momento en que nuestros músculos comiencen a fatigarse.
Y ahora es cuando estás leyendo esto y piensas lo siguiente: “Sentarse correctamente NO es confortable” y tienes toda la razón. Lamentablemente desde pequeños venimos copiando los (malos) movimientos y posturas de nuestros mayores. Al ser seres que aprendemos por imitación, terminamos adoptando esas malas posturas, y lo que es peor las transmitimos inconscientemente a las próximas generaciones.
¿Qué podemos hacer para cambiar esta costumbre?
En primer lugar, entender que cambiar nuestra forma de sentarnos será una ardua batalla contra nuestros hábitos y forma de pensar las cosas. Este concepto es clave y fundamental, si no cambiamos nuestras posturas, seguiremos teniendo los mismos resultados o similares.
Imaginemos que disponemos de la mejor silla desde el punto de vista ergonómico y funcional, pero seguimos sentándonos reclinados hacia atrás o muy alejados de nuestro escritorio. ¿Cuál crees que será el resultado al finalizar la jornada? Efectivamente, sentiremos molestias.
Entonces, tengamos en cuenta las siguientes recomendaciones:
Lo primero que solemos hacer es ajustar la altura de la silla a nuestra necesidad. Lo cual es importante pero no suficiente.
A la hora de estar sentados, intentemos mantener la espalda recta. Para lograrlo debemos sentarnos bien atrás en el asiento y así obtener un buen apoyo con el respaldo. Si hacemos lo contrario, terminaremos teniendo dolores en el cuello, ya que al inclinar la espalda el peso de la cabeza hace que la misma se desliza hacia delante, fatigando los músculos del cuello y la cervical.
Al haber ajustado la altura y colocándonos correctamente contra el respaldo, es muy probable que la posición de nuestras piernas forme un ángulo de 90º a la altura de las rodillas. Mantener este ángulo es importante para evitar dolores en los glúteos o en los muslos.
¿Ya ajustaste la altura de tu silla y su respaldo? ¡Excelente!
Ahora viene lo más difícil. TOMA CONCIENCIA de tu postura e intenta sostenerla lo máximo posible hasta lograr cierto nivel de costumbre.
¿Te sientes un poco cansado? No te preocupes, levántate y da un pequeño paseo. Esto se debe a que cualquiera de nosotros se fatiga estando más de 2 horas ininterrumpidas sentados o de pie. La idea es no estar 8, 6 o 4 horas sentados continuamente. La clave del éxito para conseguir una buena postura es la ALTERNANCIA entre sentado y de pie. Esto lo puedes conseguir también utilizando una mesa ajustable en altura.
¡Muy Bien! Ya tienes lo más importante: CONOCIMIENTO para sentarte de una manera adecuada y saludable. Ahora es recomendable, haciendo uso de tus conocimientos, incorporar los elementos necesarios que te ayuden a estar cómodo y saludable en tu entorno profesional.
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